La siega, auto sacramental de Lope comienza con una escena de idílica alborada protagonizada por el Cuidado y la Ignorancia, criados del Señor de la heredad quien se suma a la escena versos después. Tras el establecimiento de este marco amoenus, con cantos y serafines, irrumpen en la acción la Soberbia y la Envidia, con el consecuente cambio en el transcurso de los acontecimientos, reforzado estilísticamente con una variación métrica. La Soberbia y la Envidia dilucidan sobre su plan contra la Iglesia, mientras ésta, en alegoría de la Esposa del Señor, celebra sus tiernos amores. Para ello, se disfrazan de gitanas dispuestas a adular a la Esposa en cuanto a su belleza con el fin de perturbar su entendimiento. Un fragmento del parlamento entre ambas se recoge a continuación:
Envidia: Cuando quería
dar a Nabal castigo,
David, con justo celo,
menos bella bajaba del Carmelo
Abigail hermosa.
Soberbia: Con el mismo jazmín bañado en rosa
la bella Ester enamoraba a Asuero;
y el capitán contra Betulia fiero
miraba de Judit los claros ojos,
por quien arroyos de su cuello rojos
el pabellón mancharon.
Abigail, Ester y Judith son personajes tomados del Antiguo Testamento, ejemplo las tres de una poderosa virtud estética. Estas son sus historias:
Abigail– esposa de Nabal, quien tenía sus rebaños en el monte Carmelo. David envió un grupo de mensajeros para que saludaran a Nabal y le pidieran alimento, a lo que el pastor se negó, haciendo alarde de un soberbio comportamiento que fue enmendado por su esposa. Ella tomó la provisión y fue en busca de David y sus hombres, a los que se encontró de camino ansiando venganza. Ella pidió perdón por la maldad de Nabal, mientras restauró la ofensa, ofreciéndose a sí misma como sierva de David. A los pocos días Nabal murió cuando se le paralizó el corazón, y posteriormente David pidió la mano de Abigail (Primer libro de Samuel).
Ester– su esposo, el emperador persa Asuero (Jerjes) decretó el exterminio del pueblo judío dentro de sus territorios a través del primer ministro Amán. Sin embargo, Ester, de origen judío decide acudir al trono del mandatario para descubrirle sus raíces (que él desconocía) y rogarle que recapacitara en su acción. Frente a él se desmaya, mientras el emperador le concede la solicitud y castiga Amán (Libro de Ester).
Judit– viuda hebrea de la ciudad de Betulia. En medio del ataque babilónico contra Israel descubre que el general Holofernes está enamorado de ella. Como solución para salvar a su pueblo del ataque invasor, parece ceder a sus deseos y lo acompaña a sus aposentos. Tras un banquete, Holofernes se encuentra en estado de embriaguez, momento que Judit aprovecha para cortarle la cabeza con su propia espada y restaurar así la libertad para los judíos. (Libro de Judit)
Ago 20, 2012 @ 14:43:40
Bonísimas historias de valentía y astusia de la mujer. Personalmente, me encanta la historia de Jael (Ya’el) del libro de Jueces, quien, parecido a Judith, mató al gran general y estratega Sísara, enviado por el rey de Canaán para conquistar Israel. Mediante un mazo, la sirviente judía clavó una estaca en las sienes del intrépido general, dando fin a la guerra y debutando 40 años de paz.
Women Power!
Ago 22, 2012 @ 12:57:38
Un fragmento muy bello. Me ha gustado mucho tu blog, felicidades.